En el mundo laboral, hablar de dinero no siempre es fácil. Y si bien se insiste en la importancia de negociar el salario, la realidad es que no todas las personas enfrentan ese momento en igualdad de condiciones. Un estudio reciente, que utilizó a Buscojobs como entorno de aplicación real, reveló que muchas mujeres no sólo temen una mala respuesta al hablar de dinero, sino que efectivamente enfrentan consecuencias negativas cuando lo hacen.
El trabajo, titulado “Anticipated Discrimination and Wage Negotiation: A Field Experiment”, realizado por investigadores de distintas universidades internacionales, expone con datos concretos que muchas mujeres no sólo temen una reacción negativa al plantear el tema del salario, sino que efectivamente esa reacción ocurre.
La persistencia de la brecha salarial de género
Aunque en los últimos años se han impulsado diversas iniciativas para cerrar la brecha de ingresos entre hombres y mujeres, los datos siguen mostrando diferencias salariales persistentes. Uno de los factores que podría explicar parte de esa brecha es el hecho de que las mujeres negocian menos su salario. Pero, ¿por qué sucede esto? Una de las razones podría ser que anticipan una reacción negativa.
Estudios anteriores ya habían sugerido que las mujeres eran más cautelosas al negociar, sobre todo si percibían que eso podía afectar su imagen. Sin embargo, faltaba evidencia empírica que mostrara si esta anticipación estaba justificada. Este nuevo estudio aporta una respuesta clara.
Principales resultados
El resultado fue contundente: las mujeres que incluyeron una expectativa salarial en sus postulaciones recibieron muchas menos respuestas que aquellas que no lo hicieron. En cambio, para los hombres, no hubo una diferencia significativa.
Las siguientes gráficas muestran las tasas de respuesta por género y condición. No existen diferencias significativas entre hombres y mujeres en la disposición a presentar solicitudes cuando se revela el sexo o no se revela el sexo. Sin embargo, sí es más probable que las mujeres se presenten si explicita que el proceso es ciego en cuanto a género.
El siguiente gráfico ayuda a visualizar mejor la diferencia entre quienes negocian y quienes no: los solicitantes masculinos piden un salario superior al de las mujeres cuando en el proceso de contratación se consulta por el género. La brecha se reduce cuando no se pregunta nombre ni género.
Las siguientes gráficas muestran las tasas de respuesta por género y condición. No existen diferencias significativas entre hombres y mujeres en la disposición a presentar solicitudes cuando se revela el sexo o no se revela el sexo. Sin embargo, sí es más probable que las mujeres se presenten si explicita que el proceso es ciego en cuanto a género.
Cuando se observa la composición de los postulantes rankeados en el top 5, sí se puede observar discriminación por género. Las mujeres son mejor consideradas en los casos en los que no revelan su sexo.
También se analizó si este efecto variaba según el género de las personas que integraban los comités. Se presentaron un candidato y una candidata muy similares de quienes habían revelado el género. La mayoría optó por el candidato varón, más allá del género de quien se encargaba de la selección.
El experimento: postulaciones ficticias con diferencias clave
El estudio se realizó en Uruguay, a través de la plataforma Buscojobs. Buscojobs no participó como autor del estudio, pero fue clave como entorno de implementación. Gracias a esta colaboración, la investigación logró medir de forma directa cómo reacciona el mercado laboral ante candidatas que intentan negociar su salario.
Una vez que se recibían las postulaciones, se enviaba un correo electrónico que solicitaba completar una plantilla estandarizada de curriculum vitae para continuar en el proceso de selección. Esta incluía: formación académica, edad, experiencia laboral y expectativas salariales. Aquí, quienes se postulaban fueron asignados aleatoriamente a uno de tres grupos:
- Revelación del sexo (GR): proporcionar su nombre y apellidos completos (503 postulantes).
- Sin distinción de sexo (GB): indicar sólo las iniciales (669 postulantes).
- Sólo proporcionan sus iniciales y reciben un mensaje en el que se les informa de que la empresa promueve la igualdad de oportunidades (GBM) (489 candidatos).
En la tercera etapa, se formaron diferentes comités de contratación, con el fin de realizar un ranking de los 5 postulantes que mejor cuadraban con la oferta.
Reflexiones e implicancias
Este estudio deja en claro que muchas mujeres tienen razón al evitar negociar el salario: el contexto las penaliza por hacerlo. Es decir, no se trata simplemente de «enseñar a las mujeres a negociar», sino de cambiar las reglas del juego.
Para avanzar hacia una mayor equidad salarial, las organizaciones deben revisar sus procesos de selección y capacitación, y adoptar medidas como:
- Evitar preguntar por expectativas salariales desde el inicio.
- Establecer rangos salariales claros en los anuncios.
- Implementar capacitaciones sobre sesgos inconscientes en la contratación.
Negociar el salario es una herramienta válida, pero hoy no todos pueden usarla en igualdad de condiciones. Este experimento de campo muestra que, para muchas mujeres, intentar hacerlo puede significar perder oportunidades. Cambiar esta realidad requiere un esfuerzo colectivo, desde las políticas públicas hasta las prácticas cotidianas de las empresas.